Siempre
he sido hermosa, perfecta, elegante, pero quería más, quería ser
más hermosa, incluso más que la diosa Afrodita. Los días
pasaban y mi cuerpo y rostro envejecían, hice todo para detener el
tiempo; cremas costosas, cirugías en cada extremo de mi cuerpo,
inyecciones en mi rostro. Pero el tiempo seguía…
Un
día cuando intentaba cubrirme una cana vi por la ventana a una mujer
hermosa y elegante, que me miraba con la intención de que la
siguiera. Me peiné lo más rápido que pude y me coloque mi mejor
traje para intentar superar a las costosas y elegantes prendas que
ella llevaba.
Al
salir intente copiarle el paso lento y tan grácil que ella llevaba y
que hacia a los hombres mirarla con deseo y las mujeres con recelo.
Continué siguiendo a la hermosa pero misteriosa mujer hasta llegar a
un callejón en el cual había una puerta vieja y desgastada ¿Qué
hacia una mujer tan perfecta en un lugar como este?
-
Si quieres entrar hazlo, si quieres ser como yo sígueme y si quieres
saber mi secreto compruébalo.- Dijo la extraña mujer
desde adentro.
Con
paso firme cruce la puerta y quede impactada. Un piso de mármol tan
limpio que miraba mi reflejo, paredes con decorados en piedras
preciosas y muebles de caoba; pero lo más increíble fueron la
hermosas estatuas, cada una de épocas diferentes.
-
Toma asiento y veremos. Lo que tu deseas es la inmortalidad de una
diosa, la elegancia de la realeza, la belleza de un ángel… y el
atrevimiento, lujuria y soberbia de un demonio…
-
Sí, todo eso es lo que deseo, dime tu secreto ya que no me importa
el costo o el precio, te daré lo que sea…
-
¿Lo que sea? ¿Darías todo para ser igual que yo y ser a mi imagen?
Asentí
varias veces y a continuación tomo mis manos con una fuerza
increíble y me tiro al suelo, tomando mi cara en sus manos que se
convertían en garras, sus ojos azules se volvían brillantes,
feroces e inhumanos y su piel se volvió tan fría como el hielo.
Entonces con un rápido movimiento mordió mi cuello y me sentí cada
vez más débil y fría, mis músculos se endurecieron y mi piel se
volvió cada vez más y más blanca, cuando terminó me levantó y me
enderezó, estaba rígida y petrificada.
Cuando
la vi quede impactada, la mujer ahora era más hermosa, su rostro
estaba más joven, su cabello más largo y perfecto y su cuerpo mas
voluptuoso.
-
No te pongas triste querida, ahora somos hermosas y estamos
inmortalizadas para siempre.- dijo una estatua de una joven hermosa,
al parecer una chica de la época griega.
-
No importa el precio, ser hermosas y admiradas es lo más
importante, sin contar la elegancia.- dijo otra mujer preciosa, con
ropas de la época victoriana.
Y
así ocurrió… me quede allí quieta, fría, muda y dura viendo a
partir de varios años como esa mujer traía a jóvenes hermosas con
la promesa de la belleza siendo ella la ganadora, pero valía la
pena, ahora estaba inmortalizada, con la belleza de un ángel y la
frialdad de un demonio, para siempre, siempre, siempre…
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