—Cuídalo mucho. Es posible que me extrañe, así que llamaré a diario, y muéstrale fotos mías mientras hablamos. Los gatos pueden volverse muy independiente si se les da las facilidades, y no quiero eso, ¿entendido? Él es muy excéntrico en ciertos aspectos, pero si mantienes los cuidados que te dejé en la lista no deberías tener problemas.
—Descuida… Suerte.
Y así comenzó mi viaje. Tenía una importante reunión de trabajo al otro lado del país, serían cinco horas en avión; agotador, pero necesario, pues la empresa atravesaba un momento muy complicado.
Mi gato, razón de mis alegrías, se llamaba Jack. No podía llevarlo conmigo, el simple hecho de que ocurriera una descompresión en la zona de carga del avión, y muriera, me volvería loca. Le pedí a un vecino de confianza, quien es lo más cercano a un amigo que tengo, que lo cuidara. Le di las indicaciones para ello. El viaje es de una semana completa, si todo sale a la perfección, serían menos de 180 horas sin verlo.
21 de julio:
Las cosas están complicadas aquí, nuestras acciones bajan de valor, las compran puros incompetentes que sólo perjudican la empresa. Fácilmente podemos caer en bancarrota cualquier día de estos, perder mi trabajo, y lo peor, sin poder alimentar a Jack. Tendré que esforzarme el resto de la semana.
Llamé a mi vecino alrededor de las 9 p.m y lo puse al día con lo ocurrido, su estúpida condición para seguir cuidando de Jack, y después hablé con mi gato. Parecía feliz al hablarle. Eso me alegró la noche, o al menos el disgusto de la realidad de la empresa.
22 de julio:
Para el mediodía recibí un correo electrónico, lo leí a través de mi celular, en el cual tenía también un pequeño mensaje con un archivo adjunto, una imagen. El correo decía: «Lo siento, pero cambio de planes: en vez de llamarnos, ¿por qué no mejor intercambiar fotos? Yo te envío una, luego tú envíame otra con tu reacción al ver mi foto».
Me pareció raro, casi quería llamarlo para decirle que prefería las llamadas, pero primero vi el archivo adjunto y de inmediato cambié de parecer. En él se mostraba a mi gato con la cara de ternura que ponía al ronronearme en los tobillos —Dios, cómo lo extraño—, un lápiz tinta entre las patas y un cartel que decía «Vamos Cariño, tú sabes que puedes hacerlo. ¡ÁNIMO!». Me pareció tan… hermoso. Respondí con una foto mía conmovida, casi llorando; pero manteniendo la dignidad de una mujer que trata de llevar adelante a su gato. Acoté también un texto, agradeciéndole.
23 de julio:
Recibí otro correo. En éste también aparecía Jack, de nuevo con su cartel y el bolígrafo entre sus patas delanteras:
«Cariño, me preocupa que te vaya mal. Pero descuida, tú eres lo mejor. ¡TE EXTRAÑO!».
El mensaje me llegó como diez tazas de café por la mañana, me recuperaba en energía y vitalidad. Tal vez sí consiga salvar la empresa… aunque las cosas están realmente jodidas.
24 de julio:
Primero quiero decir que según parece, el viaje será más corto de lo previsto. Nos estamos recuperando, ya no tendré que preocuparme por prescindir de los cuidados de Jack.
El correo de este día mostraba a mi gato con su boca entreabierta. Alrededor de ella estaba el bolígrafo y el cartel con una nota a su lado; pero lo más destacable fueron las botellas de granadina, jugo de naranja y vodka que había sobre la mesa en la que estaba, dos de cada una. Al leer el cartel me reí con ganas, decía: «Muy bien, como Cariño no está, es hora de hacer una fiesta salvaj… ¡Hey ¿qué haces con esa cámara?!».
Fue muy original. Le mandé una cara de risa y un pequeño texto dándole mi permiso. Si no fuera por esto, no tendría las energías para remediar la situación en la empresa.
25 de julio:
Hoy recibí el correo a modo de respuesta a mi reacción. Aparecían las botellas desordenadas, mi gato boca arriba, como si estuviera inconsciente, y el cartel, que ponía: «Menuda fiesta la que hice, gracias Cariño por dejarme hacerla y disfrutarla al máximo. ¡TE ADORO!».
Debo admitirlo, mi vecino por fin hizo algo bien. Gracias a estos correos mi esfuerzo dio frutos: la empresa ya no peligra de caer en bancarrota, y me iré mañana en el primer vuelo que consiga. No les he avisado a ellos, será una sorpresa.
26 de julio:
No he recibido el correo aún y ya son casi las cinco de la tarde, cuando normalmente lo recibo entre el desayuno y poco antes del almuerzo. Qué raro. Debería llamar a mi vecino, pero eso podría arruinar la sorpresa. Mejor sólo le boto su regalo, por caga finales.
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Extraído del diario «El informador», 27 de Julio de 2011:
Macabro crimen impacta a la comunidad
Encontró una imagen es su departamento del asesinato de su vecino.
«Es en verdad uno de los crímenes más bizarros con el que nos haya tocado lidiar, además de frío», comentó el sargento de la policía local. La señora de… años estaba de viaje, y dejó a su gato al cuidado de su vecino. Lo llamó el primer día mientras que los demás mantuvieron contacto por medio de fotografías [...] pero el día en que volvió e ingresó al complejo de apartamentos, había frente a su entrada una fotografía mostrando a su gato viendo directo a la cámara, de manera similar a las otras fotografías que había recibido, con una diferencia: «sostenía» un periódico, y… ¡un cuchillo ensangrentado junto a la mano humana de alguien!
«Al entrar a su departamento sentí un olor raro. Lo primero que busqué fue a mi gato, y lo hallé en su cuna. Pensé en lo peor, pero sólo estaba dormido. Luego llamé a la policía y salí de ahí, no quería revisar si había un cadáver…».
Las autoridades tienen claro dos cosas: el vecino de la señora, el señor…, murió entre la noche del 21 y la mañana del 22 de julio, y que, sin lugar a dudas, ¡el asesino fue quien mandaba las fotografías a la dueña del animal!
Extraído del diario «El informador», 30 de Julio de 2011:
Controversiales palabras de una de las víctimas del caso «Fotografía asesina»
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